La Tercera

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Los empresarios, con las forestales. Toda esa información fluía de manera cotidiana. tenía un cargo de ministro de Estado. El ministro maneja su cartera. Y como digo, Llaitul en ese momento no era un tema tan particular como es ahora, que es un ícono. Era

semana del plebiscito en el cual habíamos luchado -incluyéndome- para cambiar la Constitución de Pinochet. Era el momento clave. Y este episodio, que hubiera sido irrelevante en cualquier otro momento, se podía transformar en un arma política contra el gobierno y en un elemento que podía tener la posibilidad de pesar en alguna persona para no votar Apruebo. Me pareció de mínima responsabilidad política que lo más sano y lo que producía menos daño o menor riesgo de daño era renunciar, porque la cosa se cortaba ahí. A lo mejor si hubiera sido una semana después del plebiscito, dos meses antes del plebiscito hubiera sido distinto. Pero ahí se conjugó un momento que, desde el punto de vista político, me parecía que era muy delicado.

¿Y ese momento no se agudizó por el mal manejo de La Moneda? ¿Por qué no se dio una explicación que pudo ser tan razonable como la que usted señala? Decir que el contacto se hizo antes de que Llaitul llamara a la lucha armada...

Todas estas cosas uno las tiene que mirar en su contexto. ¿Qué ocurrió? Primero, el Presidente estaba en Atacama. Por tanto, había ahí ya un problema de comunicación. Entre que sale esta noticia y empezamos a conversar qué es lo que ocurría, pasó tiempo y en un momento tan crispado, esos minutos son clave. A lo mejor si hubiera estado todo el gobierno, de nuevo uno dice “a lo mejor”, pero se conjugaron muchísimas circunstancias que significaron no reaccionamos con la celeridad que debimos haber tenido, y estábamos en un momento tan crispado que fue como una bola de nieve.

¿Conversó ahí con el Presidente?

Conversamos con el Presidente como tres o cuatro veces en las horas siguientes. En la primera conversación, me preguntó qué había pasado y conversamos un poco de posibles cursos de acción. Luego de eso, hablamos para ver y discutir un poco los pros y contras de distintas alternativas: contestar, quién contestaba. Y en la tercera conversación, le planteé que esta situación estaba cada vez más cerca del núcleo central de gobierno y que consideremos la posibilidad de que presente mi renuncia. Y después el Presidente me dijo que lo viéramos y conversamos una última vez, en la cual me dijo “¿estás segura?”. Yo le dije sí, creo que es la mejor alternativa.

¿Asume algún error en el episodio? La manera en que se quería generar un contacto con Llaitul…

Se pudo hacer de mejor manera. Eso fue un acto ingenuo. Pero, por otro lado, es súper fácil sacarse los balazos con asesores. Uno es responsable de su equipo e independientemente de que haya sido ingenuo, la responsable soy yo.

Usted plantea que nunca hubo ninguna restricción para que realizara diálogos. Es distinto a lo que plantearon personeros de gobierno al señalar que no tenían idea de que se intentó contactar a Llaitul…

Lo que puedo decir es que nosotros teníamos reunión de coordinación permanente y en esas reuniones lo que iba ocurriendo se iba informando. Cuando digo se iba informando, probablemente la información no es “mira hablé el día 5 con Perico Pérez, el día 4 con XX”, pero sí que estábamos conversando con comunidades, con líderes del pueblo mapuche, lafkenche, huilliche, con representantes de

Jeanette Vega, exministra de Desarrollo Social

¿Quién integraba esa reunión de coordinación?

El Ministerio del Interior: Víctor Ramos, la ministra, a veces Monsalve, asesores, el equipo de TCI de seguimiento de los ministerios, más los equipos nuestros. Teníamos dos tipos de reuniones; una en que participaban solo los asesores, y otra en la que participábamos también los ministros y subsecretarios pertinentes. Eso ocurría de manera semanal. Además, aparte de eso, iba teniendo reuniones con los distintos ministros y con el Comité Interministerial para ir informando de los avances.

¿Recuerda si en alguna de esas reuniones se habló específicamente de Llaitul?

No, no.

Bien podrían decirle entonces las otras autoridades que no tenían ni idea del episodio…

O sea, claro. De nuevo, vuelvo a insistir: yo

Parte importante de la función que teníamos en el ministerio era dialogar con

todos. Y cuando digo dialogar con todos, es desde

los empresarios, las forestales en conjunto y por

separado, la Cámara Chilena de la Construcción,

las comunidades...

“El día de mi renuncia, con el Presidente conversamos varias veces. La última me dijo “¿estás segura?”. Yo le dije que sí, creo que es la

mejor alternativa”.

¿Y se produjo alguna vez un contacto real con Llaitul?

Nunca, jamás conversé con él.

Su renuncia la convirtió en la primera baja del gabinete. ¿Cómo evalúa la reacción del gobierno en el episodio?

No tengo cuentas pendientes con nadie en el gobierno. Tengo un tremendo agradecimiento de haber sido parte del equipo del Presidente Boric. En política, como dice una amiga mía, no es que es sin llorar, sino que hay que llegar llorados. Yo soy una mujer que lleva muchos años en esto, la gente me conoce y, por lo tanto, un episodio de este tipo es difícil sostener que en realidad en ese momento me pegué en la cabeza. No me pegué en la cabeza: no había ninguna razón –en ese momento- para no hablar con Llaitul. Y lo que hubo simplemente fue una serie de coincidencias desafortunadas, que muchas veces generan este tipo de episodios.

Era de las ministras que estaban más entusiasmadas con el tema del plebiscito. ¿Con qué sabor quedó con la derrota, que fue bien contundente?

Quedé con un sabor muy amargo. Evidentemente fue un baño de tumba, como diría Sábato, porque después de tanto tiempo, las generaciones que somos más grandes, tuvimos ahí la posibilidad de hacer un cambio por el cual habíamos luchado tanto. A mí me bastaba el Artículo 1: Chile es un Estado social y democrático de derecho. Todo el resto para mí era adicional. Me parece que se perdió una tremenda oportunidad. Si la derecha en este país hubiera querido reformar la Constitución actual, tuvieron 40 años para hacerlo y no lo hicieron. No veo por qué esta vez va a ser diferente. No creo que vaya a ser diferente.

¿Cómo cree que esta derrota complica al gobierno?

O sea, yo creo que nos golpea a todos los que somos de un espectro progresista. Por una parte, una derrota, tal como usted dice, muy contundente, entonces uno se pregunta: ¿Estaremos leyendo tan mal a la sociedad chilena? Creo que es simplista decir de que en realidad la culpa la tienen los convencionales, porque no entendieron. Aquí hubo parte de eso, pero hubo una campaña feroz, muy bien diseñada, muy estratégicamente armada, para generar esta ola de opinión pública. Y eso es una realidad.

¿Qué efecto real cree que tendrá la derrota en el rumbo del gobierno y en cómo el Presidente Boric pensó en un inicio su propia administración?

Eso está por verse. Sin duda que muchas de las reformas planteadas en el programa pasan a ser más inciertas. Uno puede decir que ya ve signos de eso. La reforma tributaria, por ejemplo, que originalmente iba a recaudar el 5%, en estos momentos están pensando que estamos hablando de alrededor del 3,5% y restando... La reforma de pensiones está por verse cuánto de la propuesta original se va a mantener. Y la reforma de salud salió del escenario. ¿Y por qué? Porque esta no se puede hacer bajo la Constitución actual, porque los cambios son inconstitucionales. Es evidente que la agenda se ralentiza.

Ahora, respecto del afiatamiento de las generaciones que están ingresando al gobierno, mi único susto, y este es personal, es que un grupo minoritario del país cree que los 30 años de la Concertación fueron la causa de todos los males. Por cierto, no comparto su opinión. Así que no vaya a ser cosa de que si las cosas no resultan como fueron planificadas o son más modestas que lo planificado, el hecho que haya ingresado al Socialismo Democrático sea utilizado como el problema y no las condiciones de contexto. Creo que, como signo de madurez, tenemos que entender que las condiciones han cambiado.

Tras su paso por el Ejecutivo, ¿diría que le faltaba experiencia al gobierno?

Lo que uno aprende con la experiencia, lo aprende a costalazos, digamos. A esta generación le han tocado pocos costalazos. Es una generación extraordinariamente exitosa, y lo que uno puede aportar es la experiencia de los errores, más que la experiencia de los éxitos. Poner la cuota de cautela o de contar un poco en situaciones similares qué es lo que ocurrió. Efectivamente, la mezcla de experiencia puede ser muy virtuosa.

¿Ha vuelto a hablar con el Presidente?

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